Nunca iba yo a pensar que me iba a gustar la lluvia, joder es que en este pueblo no llueve.
Empezamos el curso de setas el viernes pasado y fíjate tú por donde nos cae la del pulpo el sábado en pleno proceso de recolección.
No una lluvia tibia de esas que refresca el ambiente, No, una de esas que te hace pensar que coño hago yo aquí si todavía no hay setas, y encima te recuerda que a por setas no se viene en vaqueros.
Ahí me encontraba yo, en vaqueros por el monte, entre hayas con paraguas, en un lodazal sin setas, que parecía Marichalar jugando a la petanca.
Pero aún así había que intentarlo, porque hijos mios , las setas son las setas.
Pues a partir de ese momento ni una gota de lluvia más, vamos que paró de llover en cuanto recogimos las setas, desde entonces un sol de justicia por toda Navarra.
Pues a partir de ese momento ni una gota de lluvia más, vamos que paró de llover en cuanto recogimos las setas, desde entonces un sol de justicia por toda Navarra.
Y aqui andamos pensando en la próxima jornada de setas, implorando a Zeus, haciendo el baile indio de la lluvia, con la cesta de setas comprada, pantalones camperos, una buen gorra, la navaja afilada, un buen bocata bajo el brazo y ropa de recambio.
Que no se diga, que no hemos aprendido porque pienso comer setas todo el fin de semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario