Poder echar un vistazo atrás en mi memoria, comprobar que las emociones y el paso del tiempo no han desvirtuado ninguno de mis recuerdos, que todo sigue ahí donde estaba y que muchas veces la magia y el arte necesitan una parte nuestra para existir, y en el caso de la cocina para dejar de existir.
Dichosos los días en los que recuerdo súbitamente aquel maravilloso helado de Armagnac, o aquellos raviolis de foie y manzana con cangrejo real a plancha y aceite de trufa blanca.
Sencillo, acogedor,como siempre buena compañía y sencillamente perfecto.
Comenzamos con:
Alubiada: alubia negra de Tolosa, costilla guisada y glaseada, panceta de Euskal Txerri, morcilla de puerro y chorizos dulce y picante de Patxi Renteria.Berza con refrito de ajos y langostinos de Ibarra. Para dos para abrir boca.
Continuamos con:
Jarrete de cordero asado a 68.5 º sobre pure especial de patatas y berza, con verduras salteadas.
Carrillera de ternera cocinada a baja temperatura con jugo de pimientos asados y terrina de patata y bacon.
Antes de todo he de decir que con un compañero de faena como el que tuve, no hubo en ningún momento, motivos para faltar a la sesión de pintxos previa a la entrada al bodegón.
Antes de todo he de decir que con un compañero de faena como el que tuve, no hubo en ningún momento, motivos para faltar a la sesión de pintxos previa a la entrada al bodegón.
Y cuando entramos, decididos pedimos dos postres, después la jefa de sala nos advirtió que dos postres seria demasiado.
Haciendo caso (omiso) pedimos dos medias torrijas empapadas en nata fresca y yemas de huevo tostadas y caramelizadas a la sartén con helado de queso fresco, y después como no tenemos ni fin ni principios, pedimos el bizcocho ligero de chocolate, con crema de café y helado de armagnac.
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