Algunas personas aflojan sus cinturones, otras se desabrochan un botón, pero uno se da cuenta de que está en buena compañía cuando encuentra a alguien a su lado que se quita el reloj, apaga su movil, y se remanga la camisa.
Me encantan los sitios que dejan huella.
Poder echar un vistazo atrás en mi memoria, comprobar que las emociones y el paso del tiempo no han desvirtuado ninguno de mis recuerdos, que todo sigue ahí donde estaba y que muchas veces la magia y el arte necesitan una parte nuestra para existir, y en el caso de la cocina para dejar de existir.
Dichosos los días en los que recuerdo súbitamente aquel maravilloso helado de Armagnac, o aquellos raviolis de foie y manzana con cangrejo real a plancha y aceite de trufa blanca.
El bodegon Alejandro sigue siendo una de mis citas preferidas.
Sencillo, acogedor,como siempre buena compañía y sencillamente perfecto.
Comenzamos con:
Alubiada: alubia negra de Tolosa, costilla guisada y glaseada, panceta de Euskal Txerri, morcilla de puerro y chorizos dulce y picante de Patxi Renteria.Berza con refrito de ajos y langostinos de Ibarra. Para dos para abrir boca.
Continuamos con:
Jarrete de cordero asado a 68.5 º sobre pure especial de patatas y berza, con verduras salteadas.
Carrillera de ternera cocinada a baja temperatura con jugo de pimientos asados y terrina de patata y bacon.
Antes de todo he de decir que con un compañero de faena como el que tuve, no hubo en ningún momento, motivos para faltar a la sesión de pintxos previa a la entrada al bodegón.
Y cuando entramos, decididos pedimos dos postres, después la jefa de sala nos advirtió que dos postres seria demasiado.
Haciendo caso (omiso) pedimos dos medias torrijas empapadas en nata fresca y yemas de huevo tostadas y caramelizadas a la sartén con helado de queso fresco, y después como no tenemos ni fin ni principios, pedimos el bizcocho ligero de chocolate, con crema de café y helado de armagnac.
Media ración de torrija, ojo!!!
Hay que decir que el detallito de las trufas para el café se nos olvidó, así como el de los dos vasos de leche merengada y los financieros que venían con ellas.
Si señor que gusto que da comer.